
Mucho se habla y se hablará de lo que las personas buceadoras necesitan, en caso de querer serlo, para poder formarse y convertirse en verdaderos profesionales de buceo.
Estándares para la formación de profesionales de buceo recreativo, encontramos muchos y muy buenos por cierto, con un detalle casi perfecto de los requisitos, necesidades y procedimientos a llevar a cabo por los candidatos para lograrlo de la mejor manera.
Si hay algo que distingue está actividad es la pasión de las personas que se involucran donde la mayoría no mide esfuerzos e inversión para llevar a cabo el anhelado sueño de la escuela de buceo propia o el desarrollo profesional de la actividad en algún centro de buceo en su país o el exterior.
Sin lugar a dudas, estamos hablando de uno de los deportes más emocionantes que podemos vivenciar, donde experimentamos el fascinante cambio de medio ambiente, el increíble proceso inmerso de respiración a través de un regulador y la espectacular interacción con la fauna y topografía subacuática. Donde lo que nos llevamos grabado en la retina, puede cambiar nuestras vidas para siempre.
Sabemos que muchos de los que tuvieron su primer contacto, no lo abandonarán jamás, ya sea de forma amateur como profesional, como también sabemos que muchos de los que han tenido una mala experiencia, se alejaran irremediablemente en la mayoría de los casos.
Creo podríamos hablar mucho tiempo sobre nuestra actividad y debatir largamente sobre cuáles son las características más importantes que debiera tener un profesional de buceo, y sin lugar a dudas sería muy enriquecedor.
Pero en un mundo de tantas complejidades y exigencias, siempre trate de que lo esencial no se me torne borroso y que me pueda exponer a perder el foco, desviando mi crecimiento y optimización de los recursos. Sostengo que debemos esforzarnos por revalorizar los conceptos simples y básicos del buceo y a partir de ahí, poder sumar lo necesario para mantenernos en el sistema y seguir nuestra evolución personal y profesional.
Y aquí expongo lo que creo es el requisito más importante para convertirse en buceador y mucho más para ser un profesional además por supuesto de los requisitos mínimos expuestos por la RSTC o entidades similares, y es simplemente poseer el don de Cuidar.
El don de Cuidar es una capacidad intrínseca de la persona, se puede potenciar, pero no se puede fabricar, crear, imponer ni mucho menos aparentar tenerlo, ya que no se podría sostener en el tiempo. Va por un camino paralelo a si soy un instructor de pulida técnica o no, o si tengo una excelente metodología, las cuales son aptitudes muy importantes a adquirir y potenciar, pero la diferencia radica en que estas últimas se pueden lograr con entrenamiento y capacitación y la primera lamentablemente a mi entender no.
Juan Larbán Vera, Psiquiatra y Psicoterapeuta, propone varias concepciones sobre lo que considera cuidar, pero me quedo con ésta por considerarla la más cercana para nuestra actividad:
“Cuidar de alguien significa tratar de responder a sus necesidades esenciales; significa también y sobre todo, proporcionarle, o mejor todavía, ayudarle a encontrar las herramientas necesarias (internas y externas) para que él mismo sea capaz de responder a ellas por sí mismo, sin necesidad de un cuidador. En el fondo, se trata de buscar la autonomía en la resolución de las necesidades del sujeto que cuidamos.
La percepción de las necesidades y sobre todo la respuesta a las necesidades del otro –sujeto necesitado de cuidados– varían según la profesión en el caso del cuidador profesional.
Juan Larbán , también expresa que sólo es posible responder a las necesidades esenciales del otro si se dan dos premisas.
“Primera: La capacidad de atención, de escucha o, mejor dicho, de receptividad del otro.
Segunda: La competencia profesional para resolver dichas necesidades.
Ambas características deben darse en el cuidador, puesto que podría haber competencia técnica, pero no haber competencia ética ni relacional; y viceversa”.
Después de lo que leímos, seguramente comenzaremos a preguntarnos si somos poseedores de esa capacidad o Don como yo le llamo.
Bueno he establecido un procedimiento simple para que podamos testear nuestra capacidad de cuidado y lo establecí, haciéndonos una sencilla pregunta: “ cada 3 o 4 respiraciones que realizo mientras buceo, me sobreviene un impulso de observar a mi dupla, alumnos/as en curso o buceadores a los cuales guío, para conectar con su mirada en lo posible, leer su cuerpo y estar atento a su integridad?
Lo simple ilumina el camino a seguir y es ahí donde puedo encontrar muchas respuestas.
Puede pasar que en realidad, no estemos carentes de ese Don, sino que no fuimos incentivados en darle valor o hasta en muchas ocasiones en descubrirlo, pero la mayoría de las veces sí está y al encontrarlo, produce la gran la diferencia que provoca la simpleza. Me ubica en mi lugar como profesional y cuando yo encuentro mi lugar, lo demás se acomoda mejor.
Es importante detectar cuando incurrimos en el error de desasistir a las personas debajo del agua, ya sea por sobreestimar sus reales capacidades o con la idea de que exponerla le dará mayor capacidad resolutiva, cuando en esos casos, el instinto de supervivencia puede primar y sabemos que no es lo mejor para un buceador.
No nos guiemos por el aspecto de las personas, quizás fuera del agua pueden mostrarse decididas, capaces, fuertes, pero debajo del agua, todos los planos cambian, todos necesitamos, cada uno en su nivel evolutivo como buceadores, diferentes grados de contención. Piense que, cuando hay alguna tragedia en buceo, comenzó con algún grado de falta de cuidado o desatención de parte de alguien, seguramente cuya función era velar por su integridad.
En los años que llevo como Instructor de Buceo, Guardavidas e Instructor de Natación, me encontré con muchas personas que antes de ingresar al agua para refrescarse o antes de iniciar un bautismo, me mostraron y algunos hablaron de su miedo al agua, motivo por el cual me propuse consultarles a varios de ellos si habían tenido una experiencia traumática con el medio acuático. Un gran porcentaje me lo confirmo y el que podía hablar un poco más sin angustiarse demasiado, al preguntarle que recordaba de la situación de casi ahogamiento, dejaba ver que la persona que lo debía cuidar, dícese familiar, profesor de natación o amigo más grande, fueron los que lo expusieron.
Aumentando mi potencial de cuidado, disminuye la inseguridad del buceo. Al igual que evitando decisiones unilaterales, y sin que sean consensuada por el equipo profesional. Lo obvio no es obvio, consulte todo lo que crea necesario y tome cada buceo como si fuera el primero. La experiencia no es buena consejera, ya hablaremos de ella en otra nota. Saludos para todos.
Alejandro Garcia Arias
Course Director PDA. Guardavidas Pcia. Bs As.